lunes, febrero 16, 2009

CATADORES DE VIDA


Son las doce de la noche. Esa hora en que los sentimientos más recónditos de nuestro ser afloran. Tal vez porque el ruido invasor del dia cesa en esta hora mágica. Tal vez porque nosotros dejamos por un momento que ese padre, director de nuestros actos llamado responsabilidad, se duerma en su mullido sillón.

Me dispongo a escuchar algo de música relajante. A veces la necesitamos por miedo a que si no oimos ningún ruido, los grillos de nuestra mente puedan hacernos ver que la vida que llevamos no es la que nuestra imaginación de adolescente había soñado, y buscando relajación sólo encontremos depresión.

De pronto oigo una explosión, miro hacia atrás y veo, sin perder el hilo de la música que escucho, que están disparando fuegos artificiales. Se ven a través del espacio que queda entre la copa de una palmera y una casa.

Al contemplar los fuegos, poco a poco, se va despertando en mí una sensación de apertura, goce, incluso alegía y pienso que tal vez, este sea el éxito de estos actos. Hacen que el espíritu del hombre, tan marchitado por la vida diaria, rejuvenezca, respire amplio y aliviado.

En medio de este pensamiento empiezo a percibir los distintos colores, rojo y verde, azul, amarillo, un blanco radiante. Y me doy cuenta que la música me estorba, que no me deja dedicarme por entero a la contemplación. Comienzo a darme cuenta también de que el humo de la pólvora esparcido por el viento, cae sobre un grupo de casas como si de una amplia sábana fantasmagórica se tratase.

Las casas son pequeñas, pero casi todas con torre, como si hubieran agrupado en una sola manzana todas las pequeñas iglesias de una gran ciudad.

Las torres cuadradas, con alargadas ventanas acabadas en arcos, parece que desean recibir en sus tejados esa protectora sábana de humo.
En mi nariz empiezo a sentir que el aire fresco de la noche me trae el olor más típico de esta ciudad, el azahar.

Que palabra!. Si la pronuncio despacio percibo todo su significado, un aroma, un tiempo, unas gentes que, por suerte, dejaron profunda huella en este lugar. ¡ Qué gran genio el que bautizó a esta flor con un nombre tan evocador y descriptivo! Una palabra que no permite que se pronuncie con rapidez, sino saboreándola.

En este momento recuerdo unas palabras que alguien me dijo y hasta ahora no entendí: "catadores de vida".

Qué plena sería la vida si aprendiéramos a verla con los mismos ojos con los que he visto estos fuegos artificiales, colores, olores, sentimientos... Cada situación sería tan rica y variada, tan viva; cada momento tan eterno...

Creo que el hombre dejaría de buscar la inmortalidad

4 comentarios:

daria dijo...

QUE BONITA DECRIPCION
AVECES, NO DISFRUTAMOS LAS COSAS DEL PRESENTE , POR BUSCAR UN FUTURO...

ME GUSTO MUCHO TU POST,
BESOS
DARIA

Dinoska'G.! dijo...

q lindoo esop!! .. d vrdad q si..! siiempre buskndo un fuuturoo y ocupados por cualqiier cosa! y nunk disfruutamos d los mejores momentos!

RafaelMuDu dijo...

Gracias por vuestros comentarios, animan mucho a seguir escribiendo para los demás

Gabriela Valdez dijo...

me encantó lo que has escrito! voy a poner a leer algunos más de tus textos...... un beso gigante y no dejes de escribis que tus descripciones derivaron en mi en diversas sensaciones y hasta algunos recuerdos! en fin, existió una importante transmisión...