jueves, septiembre 24, 2009

Ser padre, ser madre

Hoy me preguntaron: ¿qué es ser padre?.

    Yo, dejo mis ideas teóricas a un lado y me dispongo a sentir qué es ser Padre. (soy hombre, pero pienso que esto también es aplicable a las madres).

     Es, sobre todo, aprender. Estar dispuesto a escuchar, a abrirse, a observar con los mismos ojos del bebe que nos mira.

         Aprender a tenerlo en brazos y sentirlo. Sentir su peso, su calor, su aliento. Saborear ese olor a vida que desprende su cuerpo y que inunda toda una casa. Dejar que también inunde nuestra alma.

           Mirar sus ojos cerrados. Descubrir esa placidez que expresa su leve sonrisa, sintiéndose totalmente protegido cuando duerme. Dejar que él nos proteja de nuestros problemas, nuestras dudas. Descansar en su pequeño hombro nuestras repletas cabezas y sentir como esa tremenda fuerza vital que posee, es capaz de confortarnos.

         Y si ahora nace un beso de lo más profundo de nuestro corazón, sentirlo con todo nuestro cuerpo. Acercamos nuestros labios a su pequeña carita y dejamos que aflore esa corriente de todo nuestro ser y que vuelva a nosotros renovada con toda su inocencia, a través de su limpia y fresca piel.

Así, le enseñamos a sentir el amor y a tener la necesidad de darlo, para que nos sea devuelto renovado por el agradecimiento del que lo recibe.

Y lo abrazamos, porque parece que aún nos sabe a poco esa devolución, porque queremos mantener esa magia que nos protege del exterior, incluso de nuestro interior. De esos pensamientos que no nos dejan saborear esta corta vida.

      Así, él aprende a abrazar. Y abriendo sus grandes ojos llenos de curiosidad, nos transmite redoblado todo ese afecto del que sin nosotros percibirlo, él a estado esponjándose mientras dormía.

         Ahora nos da su siguiente lección. Para enseñarle, debemos, ante todo, aprender a escucharlo. Aprender a ver en él lo que en cada momento está dispuesto a experimentar. No yendo delante de él y llevándole de la mano, sino estando a su lado, curioseando con él, experimentando como él, sintiendo la vida como él, nueva, excitante, llena de intensos momentos.

            No es revivir nuestra niñez, ni intentar sentirnos como un niño, sino ilusionarnos con los pequeños descubrimientos, llorar en los momentos difíciles, sin disimulo, sintiéndolo en todo nuestro cuerpo. Y en los momentos felices, gozar hasta el éxtasis, dejar que todos nuestros agarrotados músculos vibren. Darnos cuenta de como nuestro rostro, con todas sus facciones, se ensancha y deja paso a unos ojos como los de nuestro pequeño maestro, grandes, claros, transparentes, brillantes, ávidos de vida.

           Como veis, puro egoísmo lo de ser padre.

viernes, septiembre 18, 2009

La lista de besos

 

        Verídica o no, la siguiente historia nos ofrece una idea que sin duda, hará más felices a los que nos rodean, pero también a nosotros mismos ya que repartir felicidad, te hace sentirte bien. En uno de los grupos de trabajo en los que participo, tenemos la costumbre de hacer esto cada vez que se nos unen nuevos compañeros. Después de unos días de trabajo duro, terminamos las jornadas con la práctica de la “Lista de besos”. Ciertamente el grupo está cada vez más unido.

        “Cierto día una maestra pidió a sus alumnos que pusieran los nombres de sus compañeros de clase en una hoja de papel, dejando un espacio entre nombres. Después les pidió que pensaran en la cosa más linda que pudieran decir de cada uno de sus compañeros y que lo escribieran debajo de su nombre.
         Tomó el resto del período de la clase la tarea encomendada para poder terminar lo pedido. A medida que los alumnos dejaban el aula, entregaban a la maestra la hoja de papel.
        Durante el fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno de sus alumnos en hojas separadas de papel y copió en ella todas las cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.
        El lunes ella entregó a cada alumno su lista. Casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo. “¿Es verdad?”, escuchó a alguien diciendo casi como en un susurro. “Yo nunca supe que podía significar algo para alguien”. “Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto”, eran los comentarios.
        Nadie volvió a mencionar aquellos papeles en clase. La maestra nunca supo si ellos comentaron su contenido con alguno de sus compañeros o con sus padres, pero eso no era lo importante. El ejercicio había cumplido su propósito. Los alumnos estaban felices consigo mismos y con sus compañeros.
        Aquel grupo de alumnos siguió adelante y progresó. Varios años más tarde uno de los estudiantes fue muerto en Vietnam y la maestra asistió a su funeral. Ella nunca antes había visto a un soldado en su ataúd militar. Él se veía tan hermoso y tan maduro. La iglesia estaba llena con sus amigos. Uno a uno de aquellos que tanto lo apreciaban caminaron silenciosamente para darle una última mirada. La maestra fue la última en acercarse al ataúd. Mientras estaba allí, uno de los soldados que actuaba como guardia de honor se acercó a ella y le preguntó: “¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?” Ella balbuceó: “Sí”. Entonces él dijo: “Marcos hablaba mucho acerca de usted”.
          Después del funeral la mayoría de lo ex compañeros de Marcos fueron juntos a una merienda.. Allí estaban también los padres de Marcos, obviamente deseando hablar con su profesora. “Queríamos mostrarle algo”, dijo el padre, sacando del bolsillo una billetera. “Lo encontraron en la ropa de Marcos cuando fue muerto. Pensamos que tal vez usted lo reconocería”, dijo.
           Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente dos pedazos de papel gastados que él había arreglado con cinta y que se veía que había sido abierto y cerrado muchas veces. La maestra se dio cuenta aún sin mirar mucho que era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.
          “
Gracias por haber hecho lo que hizo” dijo la madre de Marcos. “ Como usted ve Marcos lo guardaba como un tesoro”.
          Todos los ex compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor. Carlos sonrió y dijo tímidamente: “Yo todavía tengo mi lista. La tengo en el cajón de encima, de un armario que tengo en mi escritorio”. La esposa de Felipe dijo: “Felipe me pidió que pusiera el suyo en el álbum de casamiento”. “Yo tengo el mío también”, dijo Marilyn. “Está en mi diario”. Entonces Victoria , otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera, sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista. “Yo la llevo conmigo todo el tiempo” y sin siquiera pestañar dijo: “Yo creo que todos hemos conservado nuestras listas.
            Fue entonces cuando la maestra se sentó y lloró. Lloró por Marcos y por todos sus compañeros que no lo volverían a ver.”


             La densidad de la población de nuestra sociedad es tan pesada que olvidamos que la vida va a terminar un día. Y no sabemos cuando será ese día. Así que, por favor, dile a la gente que quieres que ellos son especiales e importantes. Si no lo haces habrás perdido una magnífica oportunidad de hacer algo que te acercará a la felicidad…

lunes, septiembre 14, 2009

Me dejé llevar

    Hace bastante tiempo, buscando como disfrutar de la vida, como sacarle el máximo partido. después de muchos años intentando aprender a disfrutar la vida, a saborearla, como un experto catador de vinos… al final, la misma vida hace que te vayas metiendo en su rutina, en su vorágine, hace que vayas perdiendo lo que buscabas, perdiendo tu horizonte. y que hagas concesiones, un día, otro día. hoy cedes en un punto, mañana en dos, al final llega el día en que te das cuenta de que no vas por la vida, sino que la vida te lleva. Te has subido en un tren nieve feb 06 011del que te cuesta salir, o del que ya no recuerdas como salir. es un tren donde creías que podías bajar en cualquier momento. a respirar, a descansar, a ver otros mundos. ese tren te iba a llevar a donde tú quisieras. pero un día te das cuenta de que el tren sólo va por su vía, ese tren sólo sigue su propio camino. Al darte cuenta buscas salir, pero no sabes cuándo, ni hacia donde, ni cómo. No sabes en que estación bajar. Te has acostumbrado al tren, y temes perder lo que te ofrece si bajas. La comodidad, el saber hacia donde te diriges por esa via. Pero descubres que eso te cansa, ya no te motiva, te agobia, te ata y te aprisiona. Necesitas respirar, abrir los ojos, la mente. tu cabeza soporta esa presión constante, de día y de noche, sin descanso

    Necesitas algo nuevo, distinto, aunque no veas claro lo que es. Eso te parece que no es tu vida, lo que al principio de subirte a ese tren buscabas.

    Lo bueno de esto es que es una lección más de la vida. Y así debes tomarlo. De esto también puedes aprender. aprender a tomar las riendas otra vez, a bajarte del tren cuando te interesa, a ponerle puertas y ventanas, a saltar de él asumiendo el riesgo del dolor de la caida y la belleza de la libertad.

     Sin darnos cuenta nos vamos atando, un día otro día, un rato otro rato, nos atamos cada vez más. Necesitamos aprender a desatarnos, a tirarnos en marcha.

   El tren es largo, a veces interminable, pero también, en ocasiones breve. Los segundos pasan despacio, los años veloces. Así, aprenderemos a bajarnos en la estación o a tirarnos en marcha, unas veces es mejor una opción y otras una distinta. No siempre lo mejor es lo conocido o lo acostumbrado.

miércoles, septiembre 02, 2009

Otro que tampoco es mio

         Vuelvo a incorporar a mi blog algún texto que no es mío, pero como sigo pensando que la idea de este blog es incorporar ideas que nos pueden ayudar a mejorar en nuestra búsqueda de la felicidad, me permito sugeriros que leáis el siguiente conjunto de ideas. Todos no  nos servirán en este momento, pero no dejaran de estar ahí cuando las necesitemos.

       He aprendido....que nadie es perfecto hasta que no te enamoras.

       He aprendido que....la vida es dura pero yo lo soy más!!

       He aprendido que....las oportunidades no se pierden nunca las que tu dejas marchar...las aprovecha otro.

       He aprendido que....cuando siembras rencor y amargura la felicidad se va a otra parte.

       He aprendido...que necesitaría usar siempre palabras buenas... porque mañana quizás se tienen que tragar.

       He aprendido...que una sonrisa es un modo económico para mejorar tu aspecto.

       He aprendido...que no puedo elegir como me siento... pero siempre puedo hacer algo.

       He aprendido que...cuando tu hijo recién nacido tiene tu dedo en su puñito... te tiene enganchado a la vida.

       He aprendido que...todos quieren vivir en la cima de la montaña.... pero toda la felicidad pasa mientras la escalas.

       He aprendido que...se necesita gozar del viaje y no pensar sólo en la meta.

       He aprendido que...es mejor dar consejos sólo en dos circunstancias... cuando son pedidos y cuando de ello depende la vida.

       He aprendido que...cuanto menos tiempo derrocho.... más cosas hago.