jueves, agosto 13, 2009

Un enlace más

    Escarbando por internet, (Me permito cambiar el término de navegar, por el de escarbar, ya que ante tanta información no me queda otra que escarbar y apartar lo que en este momento no necesito, para quedarme sólo con lo que me interesa. Navegar parece algo como ir sorteando olas de información, para llegar a un objetivo, pero hoy no tenia objetivo, sólo escarbaba para ver si encontraba algo interesante) bueno, pues como decía antes de este rollazo, escarbando por internet, he encontrado ha otro Rafael, como yo, colgado por dejar algo a los demás a cambio de la simple satisfacción de que haces algo que merece la pena para alguien, y que no debes cobrarlo, ni venderlo. Es Rafael Zabala, peruano y cuyo blog, me permitiré, a partir de ahora, incluir como direcciones interesantes en mi blog.

ideas para vivir mejor       La verdad es que no he pedido permiso a mi tocayo, como decimos en Córdoba, para incluirlo, pero confío en que a Rafael, más que molestarle, le agrade que podamos compartir con alguien más nuestras ideas, ya que esto aumenta las posibilidades de que puedan leerse en más lugares.

     Mi más sincero agradecimiento a Rafael.

Una buena historia para reflexionar

     Hoy me voy a permitir, una vez más, poner en mi blog algo que yo no escribí. De hecho, no sé quién lo hizo. Seguro alguien, Hist7 como tantos otros que quería compartir su experiencia de la vida con los demás, para ver si con ello puede hacer que alguien crezca, como él. Siguiendo en esta misma idea, hoy lo comparto con vosotros…

 

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: “¿Por que se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? Debe ser un “traga”. Yo ya tenía planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.

Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él. Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una izancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas. Vi lagrimas en sus ojos. Le acerqué a sus manos sus gafas y le dije, “esos chicos son unos tarados, no deberían hacer ésto”. Me miró y me dijo: “¡gracias!”. Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayudé con sus libros.

Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada. Caminamos hasta casa. Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar al futbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras mas conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mi como a mis amigos.

Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije: “Hola,vas a sacar buenos musculos si cargas todos esos libros todos los días”. Se rió y me dio la mitad para que le ayudara. Durante los siguientes cuatro años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estabamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. El estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol.

Llegó el gran día de la Graduación. El preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Kyle se veía realmente bien. Era uno de esas personas que se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos, se veía bien con sus gafas. Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban.¡Caramba! algunas veces hasta me sentía celoso... Hoy era uno de esos dias.

Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmadita en la espalda y le dije: “Vas a estar genial, amigo”. Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió: “Gracias”, me dijo.

Limpió su garganta y comenzó su discurso: “La Graduacion es un buen momento para dar gracias a todos aquéllos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito, les voy a contar una historia”. Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzóa contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenia planeado suicidarse. Habló de cómo limpió su armario y porqué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me miraba fijamente y me sonreía. “Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable”.

Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud.

En ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras: “Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera”.

“Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar como volar”

“No tengas miedo en tu camino de mirar muy, muy lejos y de cambiar constantemente. Seguro que tropezarás mucho, pero llegarás muy lejos”

lunes, agosto 10, 2009

UN HOMBRE AFORTUNADO

      Un hombre afortunado es aquel que tiene mucho, o aquel que se siente lleno cuando mira la cara de su nueva hija, dormida, tranquila, satisfecha y segura, sobre todo segura gracias a que él esta cerca...

       Un hombre afortunado es aquel que tiene mucha salud, o aquel al que todos los achaques, dolores o preocupaciones se le olvidan cuando ve a su hijo mayor, que a crecido a su lado, con el que ha disfrutado momentos por los que vale la pena haber vivido...

       Un hombre afortunado es aquel que tiene muchos amores, o aquel que cada vez que piensa en su mujer se siente el más dichoso del mundo por tenerla junto a él, porque una sola sonrisa de ella le llena el alma hasta que cree oírla crujir porque no le cabe en el pecho...

        Este hombre es el más afortunado del mundo, se siente así, y cada minuto que pasa junto a su familia se convierte un momento eterno, que aunque se termine será como pequeñas vidas vividas en plena felicidad.

 

       Sólo es una reflexión en voz alta, tal vez un sentimiento, tal vez una vivencia…

sábado, agosto 08, 2009

El porqué de una decisión

     Era una tarde de verano, en los días finales de agosto, cuando las tardes comienzan a dejar entrever que el otoño ya está cerca y el sofocante calor de la tarde va dando paso a una fresca brisa aliviadora.

     Sin querer, sentado en un banco de un parque de mi pueblo, llegó hasta mí la conversación que mantenían dos amigos sentados en otro banco cercano al mió.

     Calculo que ambos debían tener alrededor de cuarenta y pocos años. El niño de uno de ellos, de unos seis o siete años, se entretenía jugando con los columpios y la tierra, aparentemente ajeno a la conversación de los adultos.

      Uno de ellos, inhalando profundamente el humo de su cigarrillo, comentaba lo desdichada que fue su juventud. Su padre murió joven, en un accidente de trabajo. Dejó a su madre sola y tres hijos. Él, el mayor, tuvo que dejar sus estudios, para los que estaba muy bien dotado, y ponerse a trabajar para sacar su casa adelante.

      El quería haber sido médico, pero era una carrera demasiado larga, y cuando, a la noche, llegaba, tan cansado de trabajar desde el alba en el campo, no tenía ganas de estudiar. Se le cerraban los ojos.

     Culpaba a su padre de no haber tomado las suficientes precauciones en el trabajo para evitar el accidente.

- “ Yo podía haber estudiado, si no se hubiera ido tan pronto. Ahora tendría un trabajo más cómodo, me sentiría más a gusto, tendría más dinero, mejor casa, mejor coche, más tiempo para mis hijos… ¡ No debió irse tan pronto!. Dijo, mientras comenzaba a toser fuertemente.

- “¿Sabes?”. Dijo el compañero

- “¿qué?. Contestó entre toses.

- “Me estoy imaginando que si no dejas el tabaco, pronto tu hijo me dirá estas mismas palabras sobre ti: no debió irse tan pronto, debió dejarlo antes”.

 judit-parque      Como un resorte que saltara en mi cabeza y mi brazo, tiré mi cigarrillo.

      Yo también fumaba. Acababa de tener, con mi mujer, una niña. Rubia, con los ojitos azules. No sé porqué, se me vino a la mente su carita, su linda carita y sus lindos ojitos azules, en un mar de lágrimas ante mi cadáver.

     Tan pequeña, tan bonita y esos ojitos con lágrimas…

     No sé si aquel hombre dejó de fumar, yo sí.

    ¡No quiero que esa imagen de mi mente, se haga realidad!.

martes, agosto 04, 2009

Una lista de cosas lindas

    Esta historia me la manda mi amiga Pilar. Creo que sería una buena idea, que hiciéramos esto de vez en cuando. En nuestros grupos de amigos, de compañeros, incluso en nuestra familia. Es algo que nunca sabremos lo mocho que puede hacer por una persona en un momento de flaqueza, necesidad o desesperanza. Y cuesta tan poco hacerlo….

        Cierto día una maestra pidió a sus alumnos que pusieran los nombres de sus compañeros de clase en una hoja de papel, dejando un espacio entre nombres. Después les pidió que pensaran en la cosa más linda que pudieran decir de cada uno de sus compañeros y que lo escribieran debajo de su nombre.
      Tomó el resto del período de la clase la tarea encomendada para poder terminar lo pedido. A medida que los alumnos dejaban el aula, entregaban a la maestra la hoja de papel.
Durante el fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno de sus alumnos en hojas separadas de papel y copió en ella todas las cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.
      El lunes ella entregó a cada alumno su lista. Casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo. “¿Es verdad?”, escuchó a alguien diciendo casi como en un susurro. “Yo nunca supe que podía significar algo para alguien”. “Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto”, eran los comentarios.
Nadie volvió a mencionar aquellos papeles en clase. La maestra nunca supo si ellos comentaron su contenido con alguno de sus compañeros o con sus padres, pero eso no era lo importante. El ejercicio había cumplido su propósito. Los alumnos estaban felices consigo mismos y con sus compañeros.
          Aquel grupo de alumnos siguió adelante y progresó. Varios años más tarde uno de los estudiantes fue muerto en Vietnam y la maestra asistió a su funeral. Ella nunca antes había visto a un soldado en su ataúd militar. Él se veía tan hermoso y tan maduro. La iglesia estaba llena con sus amigos. Uno a uno de aquellos que tanto lo apreciaban caminaron silenciosamente para darle una última mirada. La maestra fue la última en acercarse al ataúd. Mientras estaba allí, uno de los soldados que actuaba como guardia de honor se acercó a ella y le preguntó: “¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?” Ella balbuceó: “Sí”. Entonces él dijo: “Marcos hablaba mucho acerca de usted”.
          Después del funeral la mayoría de lo ex compañeros de Marcos fueron juntos a una merienda.. Allí estaban también los padres de Marcos, obviamente deseando hablar con su profesora. “Queríamos mostrarle algo”, dijo el padre, sacando del bolsillo una billetera. “Lo encontraron en la ropa de Marcos cuando fue muerto. Pensamos que tal vez usted lo reconocería”, dijo.
           Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente dos pedazos de papel gastados que él había arreglado con cinta y que se veía que había sido abierto y cerrado muchas veces. La maestra se dio cuenta aún sin mirar mucho que era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.
“Gracias por haber hecho lo que hizo” dijo la madre de Marcos. “ Como usted ve Marcos lo guardaba como un tesoro”.
           Todos los ex compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor. Carlos sonrió y dijo tímidamente: “Yo todavía tengo mi lista. La tengo en el cajón de encima, de un armario que tengo en mi escritorio”. La esposa de Felipe dijo: “Felipe me pidió que pusiera el suyo en el álbum de casamiento”. “Yo tengo el mío también”, dijo Marilyn. “Está en mi diario”. Entonces Victoria , otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera, sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista. “Yo la llevo conmigo todo el tiempo” y sin siquiera pestañar dijo: “Yo creo que todos hemos conservado nuestras listas.

    Muchas gracias Pilar

lunes, agosto 03, 2009

Sin sentido…

Medianoche. Un frío día del mes de enero. Juan, un joven alto, moreno, fuerte, bien parecido. Trabajaba de noche, era vigilante.

      Hoy, cuando se dirigía a la calle, no iba a trabajar.

     Subió en su nuevo coche rojo, deportivo, como siempre lo había soñado.

     Sin saber porqué, al sentarse dentro del coche se fijó en uno de sus vecinos. Un señor mayor, con bigote, la cara cansada, los ojos mirando hacia el negro manto del cielo, como pidiéndole que se lo llevara con él.

     Estaba cansado de vivir. Un día, trabajando en una construcción, se cayó desde una cornisa y lo único que salvó fue su cabeza. Su cuerpo quedó inmóvil, confinado para siempre a una silla de ruedas. ¿Porqué no habría muerto?.

ferrariweb      El ruido del motor hizo volver a Juan a sus pensamientos. Ese ruido ronco, potente que en otras ocasiones había hecho vibrar a Juan; hoy no le decía nada, sólo le devolvió a su realidad.

     Esta noche, Juan sólo pensaba en su última cita con Marga, su novia. El no fue a recogerla esa noche, la esperaba en su Pub de costumbre. Se había adelantado con unos amigos.

     Ella decidió ir andando. Vivía cerca. Era una joven alegre, sincera, vivía la vida saboreando cada momento, como una buena gourmet.

     Esa noche, alguien con unas copas de más, en un coche demasiado rápido, acabó con esta intensa pero aún corta vida.

- Si hubiera ido a por ella...

     Eran palabras que Juan se repetía una y otra vez, produciéndole un insoportable sentimiento de culpa.

     A partir de ese día, Juan había cambiado. No sentía esas ganas de vivir que ella despertaba en él.

    En la vida no le iba mal. Coche, trabajo, amigos, buena salud, era un buen deportista. Sin embargo, desde ese día, su vida no tenía sentido, todo giraba en torno a ella. Y ella no estaba.

- ¡Por mi culpa!.

     De acuerdo con su plan, se dirigió hacia la autopista y una vez allí pisó a fondo el acelerador. La velocidad iba aumentando rápidamente y el gran puente colgante se iba acercando imponiendo su inmensa figura en el horizonte.

     Este era el último paisaje que Juan había planeado ver. Si se lanzaba a toda velocidad desde arriba, todo el sentimiento que lo inundaba cesaría para siempre.

     Justo antes de empezar a subir el puente, la imagen del viejo, en su silla de ruedas, comenzó a dibujarse en su cabeza con más nitidez que nunca. Juan observaba su cara, sus ojos tremendamente expresivos...

     Desde el accidente en la obra sólo expresaban tristeza. Ya no podía jugar con sus hijos los domingos. No podía hacer el amor con su mujer a la que tanto amaba, pero a la que desde el accidente tenía muy abandonada. Sólo le quedaba esperar la muerte.

     De pronto, Juan se dio cuenta de que la velocidad de su coche había disminuido, el puente, su último paisaje, había pasado. Sin darse cuenta se encontraba a muchos kilómetros de su casa y del maldito puente.

     Sin saber porqué se había relajado. El viento que entraba por la ventanilla rozaba fresco y aliviador su cara, acariciaba su pelo ondulándolo, liberándolo.

     Juan dio media vuelta y se dirigió a casa saboreando estos nuevos sentimientos. Esa noche durmió profundamente.

     A la mañana siguiente, temprano, se fue a buscar a su vecino con el que nunca había hablado algo más que un hola o adiós cortés, pero falto del más leve interés.

     Roque, que así se llamaba su vecino, estaba en el parque de la urbanización. En su silla de ruedas, tomaba el sol de la mañana. Juan, sin decir nada, pero sabiendo que Roque lo observaba, se sentó muy cerca de él; podía oír su respiración. Dirigió su mirada hacia donde Roque parecía estar mirando.

     El sol calentaba suavemente sus rostros. Sólo se oían los pájaros, alegres, de trinos variados. Tal vez esa mañana cantaban con más ganas, mas variados y divertidos. Al menos eso le perecía a ambos, que continuaban sin intercambiar palabras. Aunque sí sentimientos. Como dos viejos amigos que no necesitan hablarse para entenderse. Saben que el uno está allí por el otro, que pueden ayudarse cuando a alguno le hace falta.

     Juan se dio cuenta de que en su cara se dibujaba una sonrisa. Miró a Roque y vio que él también sonreía. Era una de esas sonrisas que muestran aquellos que son felices, que han aceptado su vida tal como le viene y que están dispuestos ha vivirla lo más intensamente posible.

     Tal vez el viejo intuyera que si Juan aquel día estaba allí era por él. Que esa tal vez fuera la razón por la que él no terminó aquel día en la obra. ¿Se habría dado cuenta de que aún tenía mucho que dar y por eso estaba aún allí?. A Juan, a sus hijos, a su mujer..., a sí mismo.

     Juan comprendió lo que Marga le había dicho siempre "...gordi, la vida es para vivirla". Ahora entendió que vivir la vida no es estar ahí esperando que pase, sino disfrutar de cada momento con todo nuestro ser, penas, alegrías, sentirlo todo con toda la intensidad de que seamos capaces. Volcar todo nuestro ser en cada gesto que hacemos, en cada palabra que pronunciamos al que está a nuestro lado.

     Así, aunque perdamos lo más querido, los momentos pasados serán tan intensos que siempre permanecerán vivos con nosotros.