jueves, noviembre 26, 2009

DIA CONTRA EL MALTRATO A LA MUJER

Ayer noche, con mi mujer, asistimos a una manifestaciónimage contra el maltrato a la pareja, contra el abuso machista, contra la idea de que la mujer es inferior al hombre y contra  la odiosa idea de que la mujer o los hijos nos pertenecen.

Cuando estaban diciendo los nombres de todas las mujeres asesinadas durante el último año por su compañero o ex-compañero, por llamarlos de alguna forma, recordé un texto, de cuyo autor no puedo acordarme, y que decía algo así:

    “ A la mujer la hizo Dios de una costilla de Adán. De una costilla, que está debajo del brazo, no para que este la maltrate, sino para que la proteja; al lado de nuestro pecho en el que ofrecerle un reposo y aprender a reposar también con ella; al lado del pulmón, no para que este le grite, sino para que respire junto a ella, para que comparta el aire en el que juntos e iguales están; y junto al corazón, para que la quiera, para que la ame, como madre, como hija, como compañera de camino, de proyecto de vida, de trabajo, de ilusión…”

      De alguna forma, quiero que en este día los hombres que lean alguno de mis blogs, le hagan un homenaje a todas las mujeres, maltratadas o no, que conviven con nosotros en este mundo, al la misma altura en el suelo, con el mismo sol sobre nuestras cabezas, iguales por todo y para todo. Y que de alguna forma sintamos que es mejor compartir sentimientos que machacarlos; que es mejor andar juntos que unos pisando a otros y que esta corta vida puede estar llena de momentos felices compartidos o vacía…   

    ¡Es mejor un beso!

miércoles, noviembre 11, 2009

Un cuento: La caja de besitos

Se acercaba el cumpleaños de un orgulloso padre de familia. Su hija menor, llevaba varios días preparando su regalo, la veían afanada haciendo la caja con sus propias manos, buscando papel de regalo, envolviéndola. Pero no la vieron meter el regalo, lo hizo en su habitación a escondidas.

    llegó el día del cumpleaños y la niña trajo el regalo y loregalo_email entregó a su padre con los ojos llenos de ilusión, grandes, abiertos y generosos, le estaba dando lo mejor de ella. El padre, ávido de ver la sorpresa que su niña había preparado con tanta ilusión y dedicación, abrió rápidamente la caja y la encontró vacía…

    - ¡Vaya!, olvidaste poner el regalito.

     La niña rompió a llorar y se retiró disgustada a su

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habitación. El padre la siguió diciendo: “no importa, no importa, ahora me lo das y ya está”…

      La niña se volvió, con cara de pena y le dijo:

     - “No lo has entendido, mi cajita no estaba vacía, la llené de besitos. Para cuando estés lejos, de viaje y te sientas solo. Para cuando estés preocupado por los problemas y no encuentres solución. Para cuando te sientas feliz y necesites un premio por el trabajo bien realizado…”

     El padre rompió a llorar, abrazó a su hija y le prometió que llevaría su cajita de los besos siempre junto a él. Y lo hizo.

     ¿Sabéis que es lo mejor de este cuento?… QUE FUNCIONA. ¡Probadlo!

martes, octubre 13, 2009

Como decía un proverbio chino

sep 05 060 Había un proverbio chino que dice: “Si tus problemas tienen solución, no te preocupes. Si tus problemas no tienen solución… para qué preocuparte”.

      Con la primera parte es obvio que no todos estaremos de acuerdo, la gente activa tiende a buscar la solución a sus problemas activamente, lo contrario, incluso podría ser considerado de vagos o pasotas. Algo que los chinos no son. Quizá es que no entendamos bien esta primera parte.

     Pero hoy quiero centrarme más en la segunda parte.

Cuando tu problema no tiene solución… porqué darle más vueltas.

      Muchas veces me pregunto que idea, que pensamiento, qué sentimiento pueden hacer que una persona, a la que le comunican que le quedan pocos días de vida decida empeñarse en vivir estos últimos días, como lo que son, sus últimos días. En vez de lo que solemos hacer el resto de personas, primero negarlo, luego enfadarnos por lo injusta que es la vida, y luego, si queda tiempo, deprimirnos.

     La solución es fácil: el primero es chino y el segundo occidental… Me temo que no, esta no es la respuesta. Hablo de lo que conozco, que por cuestiones de nacimiento, sólo conozco personas nacidas en occidente, al menos hasta el momento. Y dentro de estas personas, supongo que al igual que en los orientales, estamos de los dos tipos: los que se empeñan en vivir, los que deciden vivir, y los que no, los que se dejan llevar por la negación, el enfado y la depresión.

     También he observado que si a las segundas personas, a las deprimidas, se les da el tiempo suficiente, y algunas circunstancias determinadas, tienden a salir de su depresión, resignarse primero y luego volver a tomar las riendas de su limitada vida para hacer algo por lo que merezca la pena levantarse cada mañana. El problema es que no siempre tienen ese tiempo, esas circunstancias, o simplemente deciden ignorarlas.

      Por lo que he hablado con las personas que optan por la primera opción, “empeñarse en vivir”, parece que la idea que les ha llevado a esta opción es ver con claridad que sólo tienen dos opciones: aprovechar lo que les queda de vida, o desperdiciarlo empeñándose en negar lo obvio: “todos tenemos los días contados”. Sólo que unos tienen algún tipo de certeza sobre la cercanía de su fin y los demás no.

     Vaya, eso lo puede deducir cualquiera, pero eso cómo se hace; cómo me empeño en vivir; cómo consigo no pensar en lo poco que me queda.

      Por lo que me cuentan los que han decidido vivir, tiene algo que ver con la decisión primera sobre la inutilidad del pensamiento derrotista y con la práctica que tengamos en disfrutar y valorar las cosas sencillas de la vida. Las realmente importantes a la postre. Una puesta de sol, los ojos expectantes de un niño, el aroma de un ser querido traído por una ligera brisa cuando este se acerca, el dulce sabor del agua pura de un arroyo de montaña…

       Yo, que, por suerte supongo, aún no sé cuanto tiempo me queda, pero como me parece una idea bastante sensata que si practicamos y sentimos el valor de las cosas sencillas que nos encontramos en la vida, cada vez seremos capaces de apreciarlas más y daremos menos vueltas a lo que no tiene solución, como decía el proverbio y que esto, algún día, puede hacerme disfrutar más de lo que me quede de vida; decido aprender a saborear la caricia de mi hijo o mi hija, el susurro de mi pareja, la suave brisa con aromas a mar que te indica que ya estas cerca de su salada agua, los olores a jara de mi tierra, la paz que el calor del sol despierta en mi piel tras una noche fría…

¿Tú que decides?

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jueves, septiembre 24, 2009

Ser padre, ser madre

Hoy me preguntaron: ¿qué es ser padre?.

    Yo, dejo mis ideas teóricas a un lado y me dispongo a sentir qué es ser Padre. (soy hombre, pero pienso que esto también es aplicable a las madres).

     Es, sobre todo, aprender. Estar dispuesto a escuchar, a abrirse, a observar con los mismos ojos del bebe que nos mira.

         Aprender a tenerlo en brazos y sentirlo. Sentir su peso, su calor, su aliento. Saborear ese olor a vida que desprende su cuerpo y que inunda toda una casa. Dejar que también inunde nuestra alma.

           Mirar sus ojos cerrados. Descubrir esa placidez que expresa su leve sonrisa, sintiéndose totalmente protegido cuando duerme. Dejar que él nos proteja de nuestros problemas, nuestras dudas. Descansar en su pequeño hombro nuestras repletas cabezas y sentir como esa tremenda fuerza vital que posee, es capaz de confortarnos.

         Y si ahora nace un beso de lo más profundo de nuestro corazón, sentirlo con todo nuestro cuerpo. Acercamos nuestros labios a su pequeña carita y dejamos que aflore esa corriente de todo nuestro ser y que vuelva a nosotros renovada con toda su inocencia, a través de su limpia y fresca piel.

Así, le enseñamos a sentir el amor y a tener la necesidad de darlo, para que nos sea devuelto renovado por el agradecimiento del que lo recibe.

Y lo abrazamos, porque parece que aún nos sabe a poco esa devolución, porque queremos mantener esa magia que nos protege del exterior, incluso de nuestro interior. De esos pensamientos que no nos dejan saborear esta corta vida.

      Así, él aprende a abrazar. Y abriendo sus grandes ojos llenos de curiosidad, nos transmite redoblado todo ese afecto del que sin nosotros percibirlo, él a estado esponjándose mientras dormía.

         Ahora nos da su siguiente lección. Para enseñarle, debemos, ante todo, aprender a escucharlo. Aprender a ver en él lo que en cada momento está dispuesto a experimentar. No yendo delante de él y llevándole de la mano, sino estando a su lado, curioseando con él, experimentando como él, sintiendo la vida como él, nueva, excitante, llena de intensos momentos.

            No es revivir nuestra niñez, ni intentar sentirnos como un niño, sino ilusionarnos con los pequeños descubrimientos, llorar en los momentos difíciles, sin disimulo, sintiéndolo en todo nuestro cuerpo. Y en los momentos felices, gozar hasta el éxtasis, dejar que todos nuestros agarrotados músculos vibren. Darnos cuenta de como nuestro rostro, con todas sus facciones, se ensancha y deja paso a unos ojos como los de nuestro pequeño maestro, grandes, claros, transparentes, brillantes, ávidos de vida.

           Como veis, puro egoísmo lo de ser padre.

viernes, septiembre 18, 2009

La lista de besos

 

        Verídica o no, la siguiente historia nos ofrece una idea que sin duda, hará más felices a los que nos rodean, pero también a nosotros mismos ya que repartir felicidad, te hace sentirte bien. En uno de los grupos de trabajo en los que participo, tenemos la costumbre de hacer esto cada vez que se nos unen nuevos compañeros. Después de unos días de trabajo duro, terminamos las jornadas con la práctica de la “Lista de besos”. Ciertamente el grupo está cada vez más unido.

        “Cierto día una maestra pidió a sus alumnos que pusieran los nombres de sus compañeros de clase en una hoja de papel, dejando un espacio entre nombres. Después les pidió que pensaran en la cosa más linda que pudieran decir de cada uno de sus compañeros y que lo escribieran debajo de su nombre.
         Tomó el resto del período de la clase la tarea encomendada para poder terminar lo pedido. A medida que los alumnos dejaban el aula, entregaban a la maestra la hoja de papel.
        Durante el fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno de sus alumnos en hojas separadas de papel y copió en ella todas las cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.
        El lunes ella entregó a cada alumno su lista. Casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo. “¿Es verdad?”, escuchó a alguien diciendo casi como en un susurro. “Yo nunca supe que podía significar algo para alguien”. “Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto”, eran los comentarios.
        Nadie volvió a mencionar aquellos papeles en clase. La maestra nunca supo si ellos comentaron su contenido con alguno de sus compañeros o con sus padres, pero eso no era lo importante. El ejercicio había cumplido su propósito. Los alumnos estaban felices consigo mismos y con sus compañeros.
        Aquel grupo de alumnos siguió adelante y progresó. Varios años más tarde uno de los estudiantes fue muerto en Vietnam y la maestra asistió a su funeral. Ella nunca antes había visto a un soldado en su ataúd militar. Él se veía tan hermoso y tan maduro. La iglesia estaba llena con sus amigos. Uno a uno de aquellos que tanto lo apreciaban caminaron silenciosamente para darle una última mirada. La maestra fue la última en acercarse al ataúd. Mientras estaba allí, uno de los soldados que actuaba como guardia de honor se acercó a ella y le preguntó: “¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?” Ella balbuceó: “Sí”. Entonces él dijo: “Marcos hablaba mucho acerca de usted”.
          Después del funeral la mayoría de lo ex compañeros de Marcos fueron juntos a una merienda.. Allí estaban también los padres de Marcos, obviamente deseando hablar con su profesora. “Queríamos mostrarle algo”, dijo el padre, sacando del bolsillo una billetera. “Lo encontraron en la ropa de Marcos cuando fue muerto. Pensamos que tal vez usted lo reconocería”, dijo.
           Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente dos pedazos de papel gastados que él había arreglado con cinta y que se veía que había sido abierto y cerrado muchas veces. La maestra se dio cuenta aún sin mirar mucho que era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.
          “
Gracias por haber hecho lo que hizo” dijo la madre de Marcos. “ Como usted ve Marcos lo guardaba como un tesoro”.
          Todos los ex compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor. Carlos sonrió y dijo tímidamente: “Yo todavía tengo mi lista. La tengo en el cajón de encima, de un armario que tengo en mi escritorio”. La esposa de Felipe dijo: “Felipe me pidió que pusiera el suyo en el álbum de casamiento”. “Yo tengo el mío también”, dijo Marilyn. “Está en mi diario”. Entonces Victoria , otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera, sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista. “Yo la llevo conmigo todo el tiempo” y sin siquiera pestañar dijo: “Yo creo que todos hemos conservado nuestras listas.
            Fue entonces cuando la maestra se sentó y lloró. Lloró por Marcos y por todos sus compañeros que no lo volverían a ver.”


             La densidad de la población de nuestra sociedad es tan pesada que olvidamos que la vida va a terminar un día. Y no sabemos cuando será ese día. Así que, por favor, dile a la gente que quieres que ellos son especiales e importantes. Si no lo haces habrás perdido una magnífica oportunidad de hacer algo que te acercará a la felicidad…

lunes, septiembre 14, 2009

Me dejé llevar

    Hace bastante tiempo, buscando como disfrutar de la vida, como sacarle el máximo partido. después de muchos años intentando aprender a disfrutar la vida, a saborearla, como un experto catador de vinos… al final, la misma vida hace que te vayas metiendo en su rutina, en su vorágine, hace que vayas perdiendo lo que buscabas, perdiendo tu horizonte. y que hagas concesiones, un día, otro día. hoy cedes en un punto, mañana en dos, al final llega el día en que te das cuenta de que no vas por la vida, sino que la vida te lleva. Te has subido en un tren nieve feb 06 011del que te cuesta salir, o del que ya no recuerdas como salir. es un tren donde creías que podías bajar en cualquier momento. a respirar, a descansar, a ver otros mundos. ese tren te iba a llevar a donde tú quisieras. pero un día te das cuenta de que el tren sólo va por su vía, ese tren sólo sigue su propio camino. Al darte cuenta buscas salir, pero no sabes cuándo, ni hacia donde, ni cómo. No sabes en que estación bajar. Te has acostumbrado al tren, y temes perder lo que te ofrece si bajas. La comodidad, el saber hacia donde te diriges por esa via. Pero descubres que eso te cansa, ya no te motiva, te agobia, te ata y te aprisiona. Necesitas respirar, abrir los ojos, la mente. tu cabeza soporta esa presión constante, de día y de noche, sin descanso

    Necesitas algo nuevo, distinto, aunque no veas claro lo que es. Eso te parece que no es tu vida, lo que al principio de subirte a ese tren buscabas.

    Lo bueno de esto es que es una lección más de la vida. Y así debes tomarlo. De esto también puedes aprender. aprender a tomar las riendas otra vez, a bajarte del tren cuando te interesa, a ponerle puertas y ventanas, a saltar de él asumiendo el riesgo del dolor de la caida y la belleza de la libertad.

     Sin darnos cuenta nos vamos atando, un día otro día, un rato otro rato, nos atamos cada vez más. Necesitamos aprender a desatarnos, a tirarnos en marcha.

   El tren es largo, a veces interminable, pero también, en ocasiones breve. Los segundos pasan despacio, los años veloces. Así, aprenderemos a bajarnos en la estación o a tirarnos en marcha, unas veces es mejor una opción y otras una distinta. No siempre lo mejor es lo conocido o lo acostumbrado.

miércoles, septiembre 02, 2009

Otro que tampoco es mio

         Vuelvo a incorporar a mi blog algún texto que no es mío, pero como sigo pensando que la idea de este blog es incorporar ideas que nos pueden ayudar a mejorar en nuestra búsqueda de la felicidad, me permito sugeriros que leáis el siguiente conjunto de ideas. Todos no  nos servirán en este momento, pero no dejaran de estar ahí cuando las necesitemos.

       He aprendido....que nadie es perfecto hasta que no te enamoras.

       He aprendido que....la vida es dura pero yo lo soy más!!

       He aprendido que....las oportunidades no se pierden nunca las que tu dejas marchar...las aprovecha otro.

       He aprendido que....cuando siembras rencor y amargura la felicidad se va a otra parte.

       He aprendido...que necesitaría usar siempre palabras buenas... porque mañana quizás se tienen que tragar.

       He aprendido...que una sonrisa es un modo económico para mejorar tu aspecto.

       He aprendido...que no puedo elegir como me siento... pero siempre puedo hacer algo.

       He aprendido que...cuando tu hijo recién nacido tiene tu dedo en su puñito... te tiene enganchado a la vida.

       He aprendido que...todos quieren vivir en la cima de la montaña.... pero toda la felicidad pasa mientras la escalas.

       He aprendido que...se necesita gozar del viaje y no pensar sólo en la meta.

       He aprendido que...es mejor dar consejos sólo en dos circunstancias... cuando son pedidos y cuando de ello depende la vida.

       He aprendido que...cuanto menos tiempo derrocho.... más cosas hago.

jueves, agosto 13, 2009

Un enlace más

    Escarbando por internet, (Me permito cambiar el término de navegar, por el de escarbar, ya que ante tanta información no me queda otra que escarbar y apartar lo que en este momento no necesito, para quedarme sólo con lo que me interesa. Navegar parece algo como ir sorteando olas de información, para llegar a un objetivo, pero hoy no tenia objetivo, sólo escarbaba para ver si encontraba algo interesante) bueno, pues como decía antes de este rollazo, escarbando por internet, he encontrado ha otro Rafael, como yo, colgado por dejar algo a los demás a cambio de la simple satisfacción de que haces algo que merece la pena para alguien, y que no debes cobrarlo, ni venderlo. Es Rafael Zabala, peruano y cuyo blog, me permitiré, a partir de ahora, incluir como direcciones interesantes en mi blog.

ideas para vivir mejor       La verdad es que no he pedido permiso a mi tocayo, como decimos en Córdoba, para incluirlo, pero confío en que a Rafael, más que molestarle, le agrade que podamos compartir con alguien más nuestras ideas, ya que esto aumenta las posibilidades de que puedan leerse en más lugares.

     Mi más sincero agradecimiento a Rafael.

Una buena historia para reflexionar

     Hoy me voy a permitir, una vez más, poner en mi blog algo que yo no escribí. De hecho, no sé quién lo hizo. Seguro alguien, Hist7 como tantos otros que quería compartir su experiencia de la vida con los demás, para ver si con ello puede hacer que alguien crezca, como él. Siguiendo en esta misma idea, hoy lo comparto con vosotros…

 

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: “¿Por que se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? Debe ser un “traga”. Yo ya tenía planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.

Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él. Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una izancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas. Vi lagrimas en sus ojos. Le acerqué a sus manos sus gafas y le dije, “esos chicos son unos tarados, no deberían hacer ésto”. Me miró y me dijo: “¡gracias!”. Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayudé con sus libros.

Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada. Caminamos hasta casa. Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar al futbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras mas conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mi como a mis amigos.

Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije: “Hola,vas a sacar buenos musculos si cargas todos esos libros todos los días”. Se rió y me dio la mitad para que le ayudara. Durante los siguientes cuatro años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estabamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. El estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol.

Llegó el gran día de la Graduación. El preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Kyle se veía realmente bien. Era uno de esas personas que se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos, se veía bien con sus gafas. Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban.¡Caramba! algunas veces hasta me sentía celoso... Hoy era uno de esos dias.

Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmadita en la espalda y le dije: “Vas a estar genial, amigo”. Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió: “Gracias”, me dijo.

Limpió su garganta y comenzó su discurso: “La Graduacion es un buen momento para dar gracias a todos aquéllos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito, les voy a contar una historia”. Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzóa contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenia planeado suicidarse. Habló de cómo limpió su armario y porqué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me miraba fijamente y me sonreía. “Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable”.

Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud.

En ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras: “Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera”.

“Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar como volar”

“No tengas miedo en tu camino de mirar muy, muy lejos y de cambiar constantemente. Seguro que tropezarás mucho, pero llegarás muy lejos”

lunes, agosto 10, 2009

UN HOMBRE AFORTUNADO

      Un hombre afortunado es aquel que tiene mucho, o aquel que se siente lleno cuando mira la cara de su nueva hija, dormida, tranquila, satisfecha y segura, sobre todo segura gracias a que él esta cerca...

       Un hombre afortunado es aquel que tiene mucha salud, o aquel al que todos los achaques, dolores o preocupaciones se le olvidan cuando ve a su hijo mayor, que a crecido a su lado, con el que ha disfrutado momentos por los que vale la pena haber vivido...

       Un hombre afortunado es aquel que tiene muchos amores, o aquel que cada vez que piensa en su mujer se siente el más dichoso del mundo por tenerla junto a él, porque una sola sonrisa de ella le llena el alma hasta que cree oírla crujir porque no le cabe en el pecho...

        Este hombre es el más afortunado del mundo, se siente así, y cada minuto que pasa junto a su familia se convierte un momento eterno, que aunque se termine será como pequeñas vidas vividas en plena felicidad.

 

       Sólo es una reflexión en voz alta, tal vez un sentimiento, tal vez una vivencia…

sábado, agosto 08, 2009

El porqué de una decisión

     Era una tarde de verano, en los días finales de agosto, cuando las tardes comienzan a dejar entrever que el otoño ya está cerca y el sofocante calor de la tarde va dando paso a una fresca brisa aliviadora.

     Sin querer, sentado en un banco de un parque de mi pueblo, llegó hasta mí la conversación que mantenían dos amigos sentados en otro banco cercano al mió.

     Calculo que ambos debían tener alrededor de cuarenta y pocos años. El niño de uno de ellos, de unos seis o siete años, se entretenía jugando con los columpios y la tierra, aparentemente ajeno a la conversación de los adultos.

      Uno de ellos, inhalando profundamente el humo de su cigarrillo, comentaba lo desdichada que fue su juventud. Su padre murió joven, en un accidente de trabajo. Dejó a su madre sola y tres hijos. Él, el mayor, tuvo que dejar sus estudios, para los que estaba muy bien dotado, y ponerse a trabajar para sacar su casa adelante.

      El quería haber sido médico, pero era una carrera demasiado larga, y cuando, a la noche, llegaba, tan cansado de trabajar desde el alba en el campo, no tenía ganas de estudiar. Se le cerraban los ojos.

     Culpaba a su padre de no haber tomado las suficientes precauciones en el trabajo para evitar el accidente.

- “ Yo podía haber estudiado, si no se hubiera ido tan pronto. Ahora tendría un trabajo más cómodo, me sentiría más a gusto, tendría más dinero, mejor casa, mejor coche, más tiempo para mis hijos… ¡ No debió irse tan pronto!. Dijo, mientras comenzaba a toser fuertemente.

- “¿Sabes?”. Dijo el compañero

- “¿qué?. Contestó entre toses.

- “Me estoy imaginando que si no dejas el tabaco, pronto tu hijo me dirá estas mismas palabras sobre ti: no debió irse tan pronto, debió dejarlo antes”.

 judit-parque      Como un resorte que saltara en mi cabeza y mi brazo, tiré mi cigarrillo.

      Yo también fumaba. Acababa de tener, con mi mujer, una niña. Rubia, con los ojitos azules. No sé porqué, se me vino a la mente su carita, su linda carita y sus lindos ojitos azules, en un mar de lágrimas ante mi cadáver.

     Tan pequeña, tan bonita y esos ojitos con lágrimas…

     No sé si aquel hombre dejó de fumar, yo sí.

    ¡No quiero que esa imagen de mi mente, se haga realidad!.

martes, agosto 04, 2009

Una lista de cosas lindas

    Esta historia me la manda mi amiga Pilar. Creo que sería una buena idea, que hiciéramos esto de vez en cuando. En nuestros grupos de amigos, de compañeros, incluso en nuestra familia. Es algo que nunca sabremos lo mocho que puede hacer por una persona en un momento de flaqueza, necesidad o desesperanza. Y cuesta tan poco hacerlo….

        Cierto día una maestra pidió a sus alumnos que pusieran los nombres de sus compañeros de clase en una hoja de papel, dejando un espacio entre nombres. Después les pidió que pensaran en la cosa más linda que pudieran decir de cada uno de sus compañeros y que lo escribieran debajo de su nombre.
      Tomó el resto del período de la clase la tarea encomendada para poder terminar lo pedido. A medida que los alumnos dejaban el aula, entregaban a la maestra la hoja de papel.
Durante el fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno de sus alumnos en hojas separadas de papel y copió en ella todas las cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.
      El lunes ella entregó a cada alumno su lista. Casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo. “¿Es verdad?”, escuchó a alguien diciendo casi como en un susurro. “Yo nunca supe que podía significar algo para alguien”. “Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto”, eran los comentarios.
Nadie volvió a mencionar aquellos papeles en clase. La maestra nunca supo si ellos comentaron su contenido con alguno de sus compañeros o con sus padres, pero eso no era lo importante. El ejercicio había cumplido su propósito. Los alumnos estaban felices consigo mismos y con sus compañeros.
          Aquel grupo de alumnos siguió adelante y progresó. Varios años más tarde uno de los estudiantes fue muerto en Vietnam y la maestra asistió a su funeral. Ella nunca antes había visto a un soldado en su ataúd militar. Él se veía tan hermoso y tan maduro. La iglesia estaba llena con sus amigos. Uno a uno de aquellos que tanto lo apreciaban caminaron silenciosamente para darle una última mirada. La maestra fue la última en acercarse al ataúd. Mientras estaba allí, uno de los soldados que actuaba como guardia de honor se acercó a ella y le preguntó: “¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?” Ella balbuceó: “Sí”. Entonces él dijo: “Marcos hablaba mucho acerca de usted”.
          Después del funeral la mayoría de lo ex compañeros de Marcos fueron juntos a una merienda.. Allí estaban también los padres de Marcos, obviamente deseando hablar con su profesora. “Queríamos mostrarle algo”, dijo el padre, sacando del bolsillo una billetera. “Lo encontraron en la ropa de Marcos cuando fue muerto. Pensamos que tal vez usted lo reconocería”, dijo.
           Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente dos pedazos de papel gastados que él había arreglado con cinta y que se veía que había sido abierto y cerrado muchas veces. La maestra se dio cuenta aún sin mirar mucho que era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.
“Gracias por haber hecho lo que hizo” dijo la madre de Marcos. “ Como usted ve Marcos lo guardaba como un tesoro”.
           Todos los ex compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor. Carlos sonrió y dijo tímidamente: “Yo todavía tengo mi lista. La tengo en el cajón de encima, de un armario que tengo en mi escritorio”. La esposa de Felipe dijo: “Felipe me pidió que pusiera el suyo en el álbum de casamiento”. “Yo tengo el mío también”, dijo Marilyn. “Está en mi diario”. Entonces Victoria , otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera, sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista. “Yo la llevo conmigo todo el tiempo” y sin siquiera pestañar dijo: “Yo creo que todos hemos conservado nuestras listas.

    Muchas gracias Pilar

lunes, agosto 03, 2009

Sin sentido…

Medianoche. Un frío día del mes de enero. Juan, un joven alto, moreno, fuerte, bien parecido. Trabajaba de noche, era vigilante.

      Hoy, cuando se dirigía a la calle, no iba a trabajar.

     Subió en su nuevo coche rojo, deportivo, como siempre lo había soñado.

     Sin saber porqué, al sentarse dentro del coche se fijó en uno de sus vecinos. Un señor mayor, con bigote, la cara cansada, los ojos mirando hacia el negro manto del cielo, como pidiéndole que se lo llevara con él.

     Estaba cansado de vivir. Un día, trabajando en una construcción, se cayó desde una cornisa y lo único que salvó fue su cabeza. Su cuerpo quedó inmóvil, confinado para siempre a una silla de ruedas. ¿Porqué no habría muerto?.

ferrariweb      El ruido del motor hizo volver a Juan a sus pensamientos. Ese ruido ronco, potente que en otras ocasiones había hecho vibrar a Juan; hoy no le decía nada, sólo le devolvió a su realidad.

     Esta noche, Juan sólo pensaba en su última cita con Marga, su novia. El no fue a recogerla esa noche, la esperaba en su Pub de costumbre. Se había adelantado con unos amigos.

     Ella decidió ir andando. Vivía cerca. Era una joven alegre, sincera, vivía la vida saboreando cada momento, como una buena gourmet.

     Esa noche, alguien con unas copas de más, en un coche demasiado rápido, acabó con esta intensa pero aún corta vida.

- Si hubiera ido a por ella...

     Eran palabras que Juan se repetía una y otra vez, produciéndole un insoportable sentimiento de culpa.

     A partir de ese día, Juan había cambiado. No sentía esas ganas de vivir que ella despertaba en él.

    En la vida no le iba mal. Coche, trabajo, amigos, buena salud, era un buen deportista. Sin embargo, desde ese día, su vida no tenía sentido, todo giraba en torno a ella. Y ella no estaba.

- ¡Por mi culpa!.

     De acuerdo con su plan, se dirigió hacia la autopista y una vez allí pisó a fondo el acelerador. La velocidad iba aumentando rápidamente y el gran puente colgante se iba acercando imponiendo su inmensa figura en el horizonte.

     Este era el último paisaje que Juan había planeado ver. Si se lanzaba a toda velocidad desde arriba, todo el sentimiento que lo inundaba cesaría para siempre.

     Justo antes de empezar a subir el puente, la imagen del viejo, en su silla de ruedas, comenzó a dibujarse en su cabeza con más nitidez que nunca. Juan observaba su cara, sus ojos tremendamente expresivos...

     Desde el accidente en la obra sólo expresaban tristeza. Ya no podía jugar con sus hijos los domingos. No podía hacer el amor con su mujer a la que tanto amaba, pero a la que desde el accidente tenía muy abandonada. Sólo le quedaba esperar la muerte.

     De pronto, Juan se dio cuenta de que la velocidad de su coche había disminuido, el puente, su último paisaje, había pasado. Sin darse cuenta se encontraba a muchos kilómetros de su casa y del maldito puente.

     Sin saber porqué se había relajado. El viento que entraba por la ventanilla rozaba fresco y aliviador su cara, acariciaba su pelo ondulándolo, liberándolo.

     Juan dio media vuelta y se dirigió a casa saboreando estos nuevos sentimientos. Esa noche durmió profundamente.

     A la mañana siguiente, temprano, se fue a buscar a su vecino con el que nunca había hablado algo más que un hola o adiós cortés, pero falto del más leve interés.

     Roque, que así se llamaba su vecino, estaba en el parque de la urbanización. En su silla de ruedas, tomaba el sol de la mañana. Juan, sin decir nada, pero sabiendo que Roque lo observaba, se sentó muy cerca de él; podía oír su respiración. Dirigió su mirada hacia donde Roque parecía estar mirando.

     El sol calentaba suavemente sus rostros. Sólo se oían los pájaros, alegres, de trinos variados. Tal vez esa mañana cantaban con más ganas, mas variados y divertidos. Al menos eso le perecía a ambos, que continuaban sin intercambiar palabras. Aunque sí sentimientos. Como dos viejos amigos que no necesitan hablarse para entenderse. Saben que el uno está allí por el otro, que pueden ayudarse cuando a alguno le hace falta.

     Juan se dio cuenta de que en su cara se dibujaba una sonrisa. Miró a Roque y vio que él también sonreía. Era una de esas sonrisas que muestran aquellos que son felices, que han aceptado su vida tal como le viene y que están dispuestos ha vivirla lo más intensamente posible.

     Tal vez el viejo intuyera que si Juan aquel día estaba allí era por él. Que esa tal vez fuera la razón por la que él no terminó aquel día en la obra. ¿Se habría dado cuenta de que aún tenía mucho que dar y por eso estaba aún allí?. A Juan, a sus hijos, a su mujer..., a sí mismo.

     Juan comprendió lo que Marga le había dicho siempre "...gordi, la vida es para vivirla". Ahora entendió que vivir la vida no es estar ahí esperando que pase, sino disfrutar de cada momento con todo nuestro ser, penas, alegrías, sentirlo todo con toda la intensidad de que seamos capaces. Volcar todo nuestro ser en cada gesto que hacemos, en cada palabra que pronunciamos al que está a nuestro lado.

     Así, aunque perdamos lo más querido, los momentos pasados serán tan intensos que siempre permanecerán vivos con nosotros.

martes, junio 23, 2009

Una casa con tres paredes

    El siguiente escrito no es mio, tampoco se de quien es, por eso no pongo el autor. Diremos que es anónimo. Pero creo que merece la pena copiarlo, ya que en ciertas situaciones de la vida, cuando sufrimos pérdidas que para nosotros son importantes, durante los primeros dias, puede que nos venga bien releer este caso.

casaEstoy construyendo una casa con tres paredes.

No es un buen diseño. Con una pared expuesta a las inclemencias del tiempo, nunca podrá dar un buen cobijo para los fríos vientos de la vida. Sería mucho mejor que tuviera cuatro paredes, pero uno de los lados no tiene cimientos, por lo que sólo puedo levantar tres paredes.

    La estoy construyendo en los escombros de la casa que tenía antes. Era un lugar sólido y acogedor, y era donde más me gustaba estar en éste mundo. Tenía cuatro buenas paredes y yo pensaba que podría soportar la tormenta más violenta. Pero no fue así. Una tormenta que va más allá de mi capacidad de comprensión echó la casa abajo dejó sus fragmentos a mi alrededor en el suelo.

     Durante un tiempo he estado paseando entre los restos de mi vida, buscando pequeños recuerdos de lo magnífico que era este lugar. Pero estas ruinas no hacen justicia a la casa que antes hube. La graba de un río no puede reflejar la grandeza de la montaña donde está la roca de la que se desprendió. Estas piezas hechas pedazos, no pueden decir nada de la calidez que éste lugar tenía antes para mí.

    Y sin embargo, sólo el hecho de pensar en reconstruirla parece un sacrilegio. ¿Hay alguna ley que diga que esta tierra tiene que quedar yerma?. No hay ninguna estructura que pueda aproximarse a la belleza de la que había antes. Desde que esa tormenta echó mi casa abajo, he dejado las vigas y las piedras rotas encima de mí, como un santuario de la perdida; sin hacer caso de la necesidad de resguardarme de las tormentas más pequeñas que aún puedo encontrarme en el camino.

       Pero parece que ese camino está plagado de santuarios y los monumentos me impiden ver el alma con la que quiero estar en contacto. Hacemos construcciones para señalar acontecimientos y olvidamos la vida que dio lugar a esos acontecimientos. Lo mismo sucede con mi propio recuerdo amargo. Conservo los escombros que parecen decirme que su muerte fue el momento que definió la existencia de mi hijo. Si siguen en ruina no podré olvidar que ha muerto. Pero... ¿no debería recordar cómo vivió?. Qué duro es recordar la belleza que tuvo su vida desde esta tristeza. Este montón destrozado puede reflejar cómo ha quedado mi corazón, pero no hace justicia a la memoria de mi hijo.

    Y por eso tengo que volver a construir. No como muchos curiosos dirían porque vuelva a necesitar cobijo. La tormenta ahora viaja conmigo y no puedo cobijarme de esta tempestad con puertas o paredes.

     ¿Quién puede enseñarme a construir aquí? No hay arquitectos, ni expertos que sepan diseñar casas de tres paredes. Pero entonces, ¿porqué hay tantas personas que quieren darme consejos?, “sigue adelante”, me dicen, convencidos de que otra cosa puede remplazar a la que he perdido. ¿Acaso no saben lo atado que estamos a las cosas que construimos?, No hay ningún alma que acepte a gusto un cambio de residencia y, si “siguiera adelante”, habría una parte de mí que se quedaría atrás.

    Cada vez tengo más cuidado con éstas indicaciones equivocadas. Me dicen que el tiempo lo cura todo, como si estos escombros fueran a volver a unirse sólo porque yo les diera todo mi tiempo. Algunas se paran a mirar y me dicen que tengo que levantar otra pared. Como si pudiera elegir

    Sé que mis vecinos desean más que nadie, volver a verme instalado en una casa segura. Pero, en realidad, también les preocupa el aire de abandono que estas ruinas dan a la calle. Les gustaría que edificara otra casa sólo para no tener que ver éste recordatorio de lo cruel que puede ser la naturaleza. Con cada nueva hilera de ladrillos, un suspiro de alivio. Presionado para disfrutar las evidencias externas de mis problemas pongo revestimientos e instalo contraventanas antes de colocar los marcos en su sitio. ¿Construir de fuera a dentro es la forma más sensata de construir una casa?

     Entre aquellos que desean volver a ver mi casa en pie también hay verdaderos héroes, personas que no se amilanan ante los escombros. No es nada agradable para ellos porque se llenan de polvo y no pueden quitárselo hasta que se marchan a sus casas. Entienden que la cuarta pared ha desaparecido para siempre y no pretenden que sea de otro modo. Están dispuestos a recordar conmigo lo perfecta que era mi casa. Y me ayudan a levantar piedras cuando intento volver a ponerlas en su lugar. Pero sobre todo, se dan cuenta de lo difícil que es esta tarea y no dicen nada del tiempo que debería tardar en terminarla.

     Cuando contemplo el trabajo que me queda por hacer, me cuesta encontrar la voluntad que necesito para sacar adelante el proyecto. Trabajé muy duro para construir mi primera casa y sin embargo sé que esta será mucho más difícil de levantar. Mis materiales son los que ahora están rotos a mis pies. De algún modo tengo que volver a encajar estas piezas. Y hay una pregunta que me va martillando para que abandone: “de todos modos, ¿acaso las tres paredes sirven para algo?”.

     La única respuesta que puedo encontrar es que son más útiles que un montón de rocas y cenizas. Sé que, incluso cuando acabe de construir este lugar, será imperfecto. Dentro de algún tiempo, la casa estará en pie, entre las de mis vecinos, y no tendrá aspecto de algo descuidado y destrozado. Y, cuando haga buen tiempo, miraré la pared que le faltará, viendo más la belleza que tuvo que la amargura por lo que perdí. Pero, cuando las nubes descarguen, la pared que falta me dejará expuesto a la lluvia. Los suelos y las paredes temblarán y chirriarán con el viento. Al final, lo mejor que toda mi voluntad y esfuerzo podrán conseguir, sólo pondrán de manifiesto lo importante que era esa pared para que mi casa estuviera completa.

     Pero, si esto puede tener sentido para otras personas, ya es suficiente motivo para construirla. Debo recuperar mi vida porque sólo entonces podré volver a percibir la belleza de lo que podría haber tenido. Tengo que construir esa casa imperfecta de tres paredes, porque me permitirá ver lo fantástica que era la original cundo estaba en pié. Y así, disfrutar de que su vida fue un testimonio brillante de valor y personalidad. Y si quiero honrar su memoria, debo vivir siguiendo su ejemplo.”

   Con todo mi afecto para aquellos que están sufriendo por un ser querido.

lunes, febrero 16, 2009

CATADORES DE VIDA


Son las doce de la noche. Esa hora en que los sentimientos más recónditos de nuestro ser afloran. Tal vez porque el ruido invasor del dia cesa en esta hora mágica. Tal vez porque nosotros dejamos por un momento que ese padre, director de nuestros actos llamado responsabilidad, se duerma en su mullido sillón.

Me dispongo a escuchar algo de música relajante. A veces la necesitamos por miedo a que si no oimos ningún ruido, los grillos de nuestra mente puedan hacernos ver que la vida que llevamos no es la que nuestra imaginación de adolescente había soñado, y buscando relajación sólo encontremos depresión.

De pronto oigo una explosión, miro hacia atrás y veo, sin perder el hilo de la música que escucho, que están disparando fuegos artificiales. Se ven a través del espacio que queda entre la copa de una palmera y una casa.

Al contemplar los fuegos, poco a poco, se va despertando en mí una sensación de apertura, goce, incluso alegía y pienso que tal vez, este sea el éxito de estos actos. Hacen que el espíritu del hombre, tan marchitado por la vida diaria, rejuvenezca, respire amplio y aliviado.

En medio de este pensamiento empiezo a percibir los distintos colores, rojo y verde, azul, amarillo, un blanco radiante. Y me doy cuenta que la música me estorba, que no me deja dedicarme por entero a la contemplación. Comienzo a darme cuenta también de que el humo de la pólvora esparcido por el viento, cae sobre un grupo de casas como si de una amplia sábana fantasmagórica se tratase.

Las casas son pequeñas, pero casi todas con torre, como si hubieran agrupado en una sola manzana todas las pequeñas iglesias de una gran ciudad.

Las torres cuadradas, con alargadas ventanas acabadas en arcos, parece que desean recibir en sus tejados esa protectora sábana de humo.
En mi nariz empiezo a sentir que el aire fresco de la noche me trae el olor más típico de esta ciudad, el azahar.

Que palabra!. Si la pronuncio despacio percibo todo su significado, un aroma, un tiempo, unas gentes que, por suerte, dejaron profunda huella en este lugar. ¡ Qué gran genio el que bautizó a esta flor con un nombre tan evocador y descriptivo! Una palabra que no permite que se pronuncie con rapidez, sino saboreándola.

En este momento recuerdo unas palabras que alguien me dijo y hasta ahora no entendí: "catadores de vida".

Qué plena sería la vida si aprendiéramos a verla con los mismos ojos con los que he visto estos fuegos artificiales, colores, olores, sentimientos... Cada situación sería tan rica y variada, tan viva; cada momento tan eterno...

Creo que el hombre dejaría de buscar la inmortalidad