sábado, agosto 08, 2009

El porqué de una decisión

     Era una tarde de verano, en los días finales de agosto, cuando las tardes comienzan a dejar entrever que el otoño ya está cerca y el sofocante calor de la tarde va dando paso a una fresca brisa aliviadora.

     Sin querer, sentado en un banco de un parque de mi pueblo, llegó hasta mí la conversación que mantenían dos amigos sentados en otro banco cercano al mió.

     Calculo que ambos debían tener alrededor de cuarenta y pocos años. El niño de uno de ellos, de unos seis o siete años, se entretenía jugando con los columpios y la tierra, aparentemente ajeno a la conversación de los adultos.

      Uno de ellos, inhalando profundamente el humo de su cigarrillo, comentaba lo desdichada que fue su juventud. Su padre murió joven, en un accidente de trabajo. Dejó a su madre sola y tres hijos. Él, el mayor, tuvo que dejar sus estudios, para los que estaba muy bien dotado, y ponerse a trabajar para sacar su casa adelante.

      El quería haber sido médico, pero era una carrera demasiado larga, y cuando, a la noche, llegaba, tan cansado de trabajar desde el alba en el campo, no tenía ganas de estudiar. Se le cerraban los ojos.

     Culpaba a su padre de no haber tomado las suficientes precauciones en el trabajo para evitar el accidente.

- “ Yo podía haber estudiado, si no se hubiera ido tan pronto. Ahora tendría un trabajo más cómodo, me sentiría más a gusto, tendría más dinero, mejor casa, mejor coche, más tiempo para mis hijos… ¡ No debió irse tan pronto!. Dijo, mientras comenzaba a toser fuertemente.

- “¿Sabes?”. Dijo el compañero

- “¿qué?. Contestó entre toses.

- “Me estoy imaginando que si no dejas el tabaco, pronto tu hijo me dirá estas mismas palabras sobre ti: no debió irse tan pronto, debió dejarlo antes”.

 judit-parque      Como un resorte que saltara en mi cabeza y mi brazo, tiré mi cigarrillo.

      Yo también fumaba. Acababa de tener, con mi mujer, una niña. Rubia, con los ojitos azules. No sé porqué, se me vino a la mente su carita, su linda carita y sus lindos ojitos azules, en un mar de lágrimas ante mi cadáver.

     Tan pequeña, tan bonita y esos ojitos con lágrimas…

     No sé si aquel hombre dejó de fumar, yo sí.

    ¡No quiero que esa imagen de mi mente, se haga realidad!.

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