miércoles, junio 23, 2010

Después del adiós

   Tras la muerte de una persona querida. Aquella con la que papa aliñá 2008 044 compartimos nuestros días, a veces, nuestra vida deja de tener sentido.

    Parece que todo lo que merecía la pena se fue con ella. Todo lo que nos hacía levantarnos cada mañana, todo lo que nos hacía movernos, aún sin gana.

   Vienen unos días vacios, en los que nos resistimos a caminar, nos resistimos a aceptar. Ya nada será igual.

    Cierto, nunca será igual. Nunca será como antes. Pasan los días, quizá meses... y algo, un día sin saber porqué, nos planteamos la decisión de seguir mirando a lo que nos falta o mirar lo que nos quedó. Los buenos momentos, las penas compartidas, las emociones, el amor. Quizá nos demos cuenta, que lo que hacía que tuviera sentido nuestra vida, nos es que el otro estaba a nuestro lado, sino aquello a lo que mirábamos juntos. Los planes, las ilusiones, el afan de cada día. Pagar la hipoteca, reformar la casa, o el jardín.

Quizá nos demos cuenta que reformar el jardín, cambiar las ventanas, hacer ese viaje, seguir caminando hacia los proyectos que trazamos juntos, es la mejor forma de estar con quien nos falta. De que siga vivo en nosotros, en lo que hacemos.

Ya nada será igual. Pero será la mejor forma de seguir juntos, de conseguir los sueños que soñamos juntos, de vivir la vida que imaginamos juntos.

Nada será igual, pero será el mejor homenaje a su memoria, a su vida. Seguir vivos, alcanzar los sueños compartidos, terminar las obras empezadas, dejar en este

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