lunes, junio 28, 2010

En el pecado lleva la penitencia

     Dice un antiguo dicho español que “en el pecado lleva la penitencia”, para designar una mala acción, que al cometerla lleva pareja cierta clase de sufrimiento para el que la ejecuta.

       También yo creo que en “la virtud está el pago”. Cuando uno efectúa una buena acción, el sentimiento por la labor bien hecha, por la caridad con un desconocido, la satisfacción por un granito de arena que ponemos en la consecución de un mundo mejor, nos devuelve con creces el esfuerzo realizado en ella. (Quizá sea esta la razón de la mayoría de mis blog).

     Sin embargo, en ocasiones, la vida nos devuelve un pago extra por alguna de nuestras acciones. Quizá, cuando más lo necesitamos.

    De eso trata la siguiente historia, que recogí de un blog amigo y que creo que merece la pena ser contada y leída, por las anteriores razones. Poner un granito de arena, para que el hombre y la mujer, sigan demostrando que son buenos por naturaleza, en contra de lo que el famoso Nietzsche pensaba.

     “Un día, un muchacho pobre que vendía mercadería de puerta en puerta para pagar sus estudios vio que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos y tenía hambre. Decidió pedir comida en la próxima casa. Sin embargo, los nervios lo traicionaron cuando una encantadora joven le abrió la puerta. En vez de comida, le pidió un vaso de agua. Ella pensó que el joven tendría hambre y le dio un gran vaso de leche.  Él bebió despacito y después le preguntó:

-¿Cuánto le debo?.
- No me debes nada - respondió ella. Y continuo - Mi madre nos enseñó a no aceptar pago por una caridad. -
     Cuando Howard Kelly salió de aquella casa, no sólo se sintió mas fuerte físicamente, sino que también su fe en Dios y en los seres humanos era más fuerte. Él ya se había resignado a rendirse y dejar todo.
     Años después, esa joven enfermó gravemente. Los médicos de su pueblo estaban confundidos y finalmente la enviaron a la ciudad más cercana, donde llamaron a un especialista para estudiar su extraña enfermedad. Llamaron al doctor Howard Kelly.
     Cuando el médico escuchó el nombre del pueblo de donde era ella, una extraña luz iluminó sus ojos. Inmediatamente, vestido con su bata de médico, fue a ver a la paciente. Reconoció inmediatamente a aquella mujer y se propuso hacer todo lo posible para salvar su vida. Le dedicó una atención todavía más especial a aquella paciente y después de una dura lucha por la vida de la enferma, se ganó la batalla.
    El Dr. Kelly pidió a la administración del hospital que le enviara la factura total de los gastos. La pagó y después anotó algo y mandó que se la entregaran a la paciente.
     Ella tenía miedo de leer el documento, porque sabía que tendría que invertir el resto de su vida para pagar todos los gastos.
     Finalmente, leyó la factura y algo le llamó la atención. Decía lo siguiente: "Totalmente pagada hace muchos años con un vaso de leche: Dr. Howard Kelly."
    Lágrimas de alegría brotaron de los ojos de la mujer y su corazón feliz rezó: “Gracias Dios, porque tú amor se manifestó en las manos y en los corazones humanos."

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